Se abrió el telón en Las Catas


Rosa Aparicio Arcia, desplazada de Tierra Adentro
Rosa Aparicio Arcia mira a la cámara con algo de angustia y suelta las frases. "Eso fue puro protocolo... Muchos en la comunidad dicen que eso fue una farsa".

Hace referencia al acto protagonizado por el presidente Juan Manuel Santos el 12 de enero de 2012, cuando entregó las parcelas Las Catas a víctimas de la violencia y del despojo.
La fiscal de la organización de parceleros de Las Catas quiere creer en el gobierno. "Lo juro, quiero creerle al Presidente, pero nada de lo dicho se ha hecho realidad... No tenemos títulos, no tenemos nada, por ahora".

En Las Catas, un punto lejano y húmedo de la geografía de Ayapel, municipio quebrado e inundado desde hace dos años, el Presidente Santos apeló a las cabañuelas para anunciar que el día 12 del año 12 había que "anticiparse a lo que va a suceder" con la restitución de tierras en Colombia.
"Yo creo que hay una señal de allá arriba que nos dice: esto va a ser algo muy importante". A partir de allí el Presidente corrió un telón de expectativas.

Cuatro meses después de ese sentido discurso de entrega protocolaria a Genivera Chancí, líder de los campesinos, los beneficiarios de Las Catas solo tienen en su poder la resolución 1558 (ver facsímil) mediante la cual el Ministerio de Agricultura y el Incoder les asignaron provisionalmente el predio el 8 de septiembre de 2006. Se han quedado esperando la titulación oficial porque aún no se ha clarificado la situación jurídica de un predio que pertenecía a narcotraficantes.

Juan Diego Roldán, administrador del proyecto por parte del Incoder, con sede natural en el municipio de Caucasia (Antioquia), le dijo a EL MERIDIANO que "el predio ya es de ellos, de los 304 beneficiados". Una afirmación ligera cuando no existe un solo título de propiedad.
Al preguntársele sobre si la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE) había transferido oficialmente el predio al Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder), el cual fue objeto de extinción de dominio, dijo: "La DNE está en ese proceso en este momento. Todavía no lo ha hecho oficial porque esto es algo que se maneja directamente desde la dirección general". Minutos después retomó el diálogo y dijo: "Corroboré con Bogotá y la DNE ya entregó al Incoder... Ya tiene la resolución del predio" (refiréndose al instituto).

Entonces volvió a pedir un tiempo para hablar con Jennifer Mojica, subdirectora de Tierras del Incoder, con el compromiso de dar una versión definitiva. No lo hizo a la fecha de esta publicación. 
Desde el pasado 15 de abril este dia¬rio le viene consultando la situación al Incoder, pero no han respondido. En el Instituto aseguran que están preparando la respuesta, pero con los cambios a raíz de la salida del director Juan Manuel Ospina se retrasaron los procesos.


Del lío jurídico a las amenazas

Desde la carretera, el predio Las Catas se observa muy verde. Allí se respira aire limpio, mas no tranquilo. Rosa Aparicio Arcia retoma el diálogo y con lágrimas en los ojos revela que la amenazaron.
"Vieja alborotada te van a cortar la lengua por hablona, y tu marido que te ponga contención".
Así recuerda ella que decía el mensaje que le mandaron. No sabe de dónde proviene y tampoco por qué. "Yo lo único que he hecho es hablar a nombre de las comunidades".
Lo cierto es que en Las Catas a nadie le gusta hablar del orden público del que no goza la zona. Los parceleros, entre desconfiados y sigilosos, dicen que "la cosa está tranquila", pero cuando las grabadoras se apagan aseguran que "la cosa es complicada".

Lo que podría estar generando el tema está sustentado en rumores de compraventa de predios por parte de ganaderos de la región, quienes con el alquiler de pastos a los parceleros se han ido acercando para convencerlos de que firmen las promesas.
Guillermo Martínez Peralta, desplazado de Crucito (Tierralta), señala una parcela abandonada y dice: "El dueño de eso ya se fue", vendió.
¿Cómo puede vender si no tiene títulos? Salta la pregunta obvia. Guillermo se encoge de hombros y dice: "Así son los negocios por acá".

Los proyectos productivos

Manuel Salcedo Chamorro, desarraigado de Nueva Esperanza (Montería) y Erildo Cristóbal López Tobías, desplazado de Ovejas (Sucre), se preguntan por la puesta en marcha de un paquete de proyectos productivos por miles de millones de pesos.
"Bueno, eso fue lo que dijo el Presidente desde la tarima", afirma Manuel, señalando el otro lado de Las Catas y recordando ese 12 del año 12.
Juan Diego Roldán, el administrador del predio, asegura que "todo está listo para arrancar. El proyecto está adelantado, el plan operativo y la parte financiera están listos". Y asegura que ya está llegando la maquinaria a la zona. "Pero nada que comienza", dicen en coro Manuel y Erildo, que llegaron hace seis años a estas tierras en busca de la paz y de la productividad del campo, que los saque de pobres.


Hoy tienen algo, no hay duda, pero lo que han logrado generar con cultivos y arriendos de pastos ha sido por sus propios medios, que son pocos. La verdad es que Las Catas está desaprovechada, recuperar la zona cuesta mucho porque gran parte es inundable, los camellones que contienen el río San Jorge se rompieron y el agua se cuela sin control.

El Presidente Santos, el día que pisó tierras de Ayapel, resaltó entre los campesinos que la restitución de tierras no solo se trataba de entregarles predios a los agricultores sino de brindarles la ayuda y los instrumentos necesarios y la asistencia técnica requerida para que esa tierra se vuelva productiva. Ellos tan solo esperan, como suelen ser los hombres apacibles del San Jorge y del Sinú, que la promesa se cumpla a cabalidad.
Mientras cae el telón de una expectativa, Rosa Aparicio se sienta en su casa limpia y humilde, de piso de barro. No invita a café porque no tiene.

"Yo vengo desplazada de Tierradentro y llegué aquí con la ilusión de ser propietaria...". Y comienza la historia de su tragedia, de su dolor por la violencia que la volvió itinerante y ahora objeto de amenaza.